martes, 23 de marzo de 2010

Relato de un fin de semana del infierno

Por fin llegó la primavera, anuncian sol para el fin de semana, el primero en meses, subirán las temperaturas y a mi ya se me están poniendo los dientes largos pensando en la cantidad de planes que haremos con los niños al sol, en la calle, POR FIN!! Sin embargo, el destino (o alguien muy malo) tiene otros planes para nosotros.
El viernes por la tarde, ya he organizado un planazo para los enanos, el primo y su mejor amiguita vienen al barrio a jugar, la mayor está emocionada con las noticias pero nada se cumple.
Después de la merienda, la niña comienza con una tiritona que yo jamás había visto en nadie, se le empiezan a poner los labios morados y las piernas marmóreas, total que, histérica la cojo y me la llevo a la pediatra, que se queda flipada del aspecto tan feo de la niña y me manda corriendo a La Paz de urgencias. Durante el trayecto llamo a mi marido para que venga corriendo, a la niña se le van cerrando los ojos y yo creo que me va a dar un ataque al corazón. Llego a La Paz (me atienden fenomenal! Todo sea dicho) y la niña tiene 39 de fiebre. La doctora nos tranquiliza, dice que es un picazo de fiebre que probablemente haya sido causado por una infección. Deciden que se quede en observación. Le baja la fiebre y parece que todo va a mejor. Le hacen una radiografía y me dicen que tiene principios de pulmonía, antibiótico y pa casa.
Al día siguiente la niña ya está mejor, bueno, no tiene fiebre, pero sí una tos horrible. Sin embargo, nos atacan por el otro frente, el niño amanece con fiebre, tos y muy congestionado así que el sábado trascurre muy lento, arduo y cansino, a la preocupación se unen los llantos y gritos de dos niños malitos que manifiestan su irritabilidad ante unos padres, agotados, que luchan por mantener la calma ante una situación de desesperación. Y para colmo, el sol brilla en Madrid, un sol que hacia muchos días que no veíamos y que no podremos disfrutar.
La noche, entre fibres varias, antitermales que vienen y que van a la orden del día, llantos, toses y preocupación, transcurre aun peor que el día. Además, todos dormimos en la misma habitación para controlar la situación, de manera que una tos despierta a uno, otra a otro y así sucesivamente hasta que canta el gallo.
Agotados afrontamos el domingo, que se presenta mucho peor que el sábado y no por un empeoramiento de salud radical de los enfermos , sino por el agotamiento mental de unos padres que están al borde del suicidio! Otro día lento y arduo para olvidar. Nuestro hijo tiene los mofletones tan rojos que un miope podría confundirlos con una manzana. Y la niña unas ojeras tan pronunciadas que me recuerda a la hija de los Adams. Mi marido parece un sin techo, lleva dos días en pijama, como yo, y me parece atisbar en su cabello una especie de mechón enmarañado semejante a una rasta. Que depresión, creo que nada puede ir peor, pero me equivoco.
Llega la hora de los baños, por fin va a concluir este fin de semana del infierno! El lunes por la mañana iremos al pediatra, este hará un milagro y los niños se curarán! Mi marido comienza a bañar al niño, yo me meto un momento en el ordenador para despejar el cerebro, cuando oigo un Puuuum… y acto seguido un llanto desconsolado. Salgo corriendo y veo a mi hija histérica con su padre. Se le ha caído el espejo del pasillo en el dedo gordo del pie y este parece un morcillote. Yo ya no puedo más de la angustia, así que rompo a llorar. La situación es la siguiente: el niño en la cuna medio vestido flipando, mi hija llorando desconsolada, yo llorando histérica de preocupación y mi marido tratando de mantener la calma y la razón. Total una casa de locos.
Después de otra noche horrible, nos vamos la familia tralara al completo al pediatra, que se queda alucinado con todas las cosas que tenemos, nos manda curación para cada una de ellas, incluido el dedo roto de mi hija (si, si roto) y nos manda a casa. Mi marido se va a trabajar y yo me quedo con los niños, tratando de pensar, con las pocas neuronas que me quedan, cómo voy a afrontar la semana. Descartado queda el gimnasio una vez más! Por cierto, anuncian lluvia para el fin de semana que viene.

1 comentario:

  1. Me encanta tu blog. Las descripciones son muy divertidas. Yo soy abuela de Agustín de 1 año, pero recuerdo esa etapa de mi vida tal como la describes. Pasaré tu blog a mis amigas abuelas para que entiendan un poco mejor a sus hijas y puedan ayudarlas a sobrevivir. Saludos

    ResponderEliminar