Fue hace tres añitos que me quedé embarazada de mi primera hija. No era un embarazo realmente buscado, aunque yo ya quería ser mama desde hace bastante tiempo, así que para mí fue una sorpresa emocionante!! Para mi entonces novio, ahora marido, más que una sorpresa fue un susto, aunque una vez recuperado afrontó nuestro nuevo proyecto con mucha ilusión.
A partir de ese momento comenzaron los cambios en nuestras vidas. Dichos cambios suelen venir cuando el hijo llega al mundo, pero en nuestro caso fueron prematuros ya que además decidimos casarnos y organizar la boda antes de que el bombo sobresaliera demasiado.
Así que nos casamos... nos fuimos de viaje cerquita, ya que el médico recomendó prudencia (con lo aventureros que éramos nosotros y lo que nos gustaba viajar!) y comenzó la dulce espera, y digo dulce porque era el primero y la emoción de la llegada nubló tanto mi vista como mis sentidos, ya que lo de estar embarazada no es lo mío, pero he de reconocer que el primero lo llevé con más dignidad por la novedad.
Finalmente llegó el día, nuestro pequeño retoño vino al mundo y entonces todo mereció la pena, ver la carita de esa niña preciosa hizo de nosotros los papas más felices del mundo, ignorando, claro está, lo que se nos venía encima, que fue mucho, ya que el angelito tuvo cólicos durante el primer mes y medio de vida, lo que sentó las bases de un futuro a largo plazo de pocas horas de sueño, cansancio extremo y poca, muy poca libertad..
La niña creció feliz y nosotros, aunque asimilando los grandes cambios, la mimamos, la quisimos y la cuidamos como si de un tesorito se tratara. Creo que lo hicimos bastante bien, excepto una cosa, ser fuertes a la hora del sueño! Bueno creo que no debería hablar en plural ya que mi marido nunca estuvo de acuerdo en esto, el pobre quiere pararlo pero en mi opinión poco se puede hacer ya. La niña se acostumbró a dormir en la cama conmigo desde muy pequeña, y hoy, dos años después, dormimos los tres en la misma cama. Seguimos durmiendo mal, aunque no por los llantos, sino gracias a las patadas que nos propina el angelito.
Total que no contentos con uno, a los ocho meses de nuestra pequeña, nos quedamos embarazados del segundo, y después de nueve meses infernales que comenzaron con nauseas y acabaron con un bombo descomunal, falta de respiración, pinzamiento de espalda y muchas otras cosas que no voy a contar, llegó el segundo. Un niño muy guapo a la par que llorón. Otro que tuvo cólicos, y estos mezclados con lo comilón que nos ha salido, ha resultado en 6 meses sin dormir más de una o dos horas seguidas. Durante este tiempo el padre y yo nos hemos preguntado porqué tenemos una casa con tres dormitorios, si con uno nos basta y nos sobra!
Sorprendentemente hemos sobrevivido, han sido los meses más duros de nuestras vidas pero lo hemos superado, ahora, como la niña no sabe dormirse sola sigue durmiendo con nosotros y hemos optado por meter al pequeño, que ya duerme como un bendito, en la cuna de la hermana en otro cuarto. Dormimos mal, pero dormimos.
Por lo demás, la situación comienza a estar más o menos controlada, la niña ya va a guardería por la mañana mientras que yo trabajo, y el niño que es un santo, se queda conmigo y la asistenta que ahora nos ayuda en casa, gracias a ella yo empiezo a ser persona.
VALORACIÓN: en tres años me he casado, he tenido dos hijos, he dejado mi trabajo a jornada completa para trabajar media jornada desde casa, he perdido mi intimidad, mi tiempo y mi libertad, pero he ganado en felicidad lo cual me basta para valorar positivamente esta experiencia única en la vida, ser mama.
A partir de aquí comienzo mi nuevo blog para compartir experiencias y anécdotas de una mama en activo.
A partir de ese momento comenzaron los cambios en nuestras vidas. Dichos cambios suelen venir cuando el hijo llega al mundo, pero en nuestro caso fueron prematuros ya que además decidimos casarnos y organizar la boda antes de que el bombo sobresaliera demasiado.
Así que nos casamos... nos fuimos de viaje cerquita, ya que el médico recomendó prudencia (con lo aventureros que éramos nosotros y lo que nos gustaba viajar!) y comenzó la dulce espera, y digo dulce porque era el primero y la emoción de la llegada nubló tanto mi vista como mis sentidos, ya que lo de estar embarazada no es lo mío, pero he de reconocer que el primero lo llevé con más dignidad por la novedad.
Finalmente llegó el día, nuestro pequeño retoño vino al mundo y entonces todo mereció la pena, ver la carita de esa niña preciosa hizo de nosotros los papas más felices del mundo, ignorando, claro está, lo que se nos venía encima, que fue mucho, ya que el angelito tuvo cólicos durante el primer mes y medio de vida, lo que sentó las bases de un futuro a largo plazo de pocas horas de sueño, cansancio extremo y poca, muy poca libertad..
La niña creció feliz y nosotros, aunque asimilando los grandes cambios, la mimamos, la quisimos y la cuidamos como si de un tesorito se tratara. Creo que lo hicimos bastante bien, excepto una cosa, ser fuertes a la hora del sueño! Bueno creo que no debería hablar en plural ya que mi marido nunca estuvo de acuerdo en esto, el pobre quiere pararlo pero en mi opinión poco se puede hacer ya. La niña se acostumbró a dormir en la cama conmigo desde muy pequeña, y hoy, dos años después, dormimos los tres en la misma cama. Seguimos durmiendo mal, aunque no por los llantos, sino gracias a las patadas que nos propina el angelito.
Total que no contentos con uno, a los ocho meses de nuestra pequeña, nos quedamos embarazados del segundo, y después de nueve meses infernales que comenzaron con nauseas y acabaron con un bombo descomunal, falta de respiración, pinzamiento de espalda y muchas otras cosas que no voy a contar, llegó el segundo. Un niño muy guapo a la par que llorón. Otro que tuvo cólicos, y estos mezclados con lo comilón que nos ha salido, ha resultado en 6 meses sin dormir más de una o dos horas seguidas. Durante este tiempo el padre y yo nos hemos preguntado porqué tenemos una casa con tres dormitorios, si con uno nos basta y nos sobra!
Sorprendentemente hemos sobrevivido, han sido los meses más duros de nuestras vidas pero lo hemos superado, ahora, como la niña no sabe dormirse sola sigue durmiendo con nosotros y hemos optado por meter al pequeño, que ya duerme como un bendito, en la cuna de la hermana en otro cuarto. Dormimos mal, pero dormimos.
Por lo demás, la situación comienza a estar más o menos controlada, la niña ya va a guardería por la mañana mientras que yo trabajo, y el niño que es un santo, se queda conmigo y la asistenta que ahora nos ayuda en casa, gracias a ella yo empiezo a ser persona.
VALORACIÓN: en tres años me he casado, he tenido dos hijos, he dejado mi trabajo a jornada completa para trabajar media jornada desde casa, he perdido mi intimidad, mi tiempo y mi libertad, pero he ganado en felicidad lo cual me basta para valorar positivamente esta experiencia única en la vida, ser mama.
A partir de aquí comienzo mi nuevo blog para compartir experiencias y anécdotas de una mama en activo.
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