Desde hace una semana voy al gimnasio regularmente, bueno hoy ya no he ido, así que durante cuatro días seguidos he conseguido ir al gimnasio regularmente. Voy a clase de Yoga y de Pilates que me viene muy bien para desentumecer la espalda y el cuerpo en general. Después de dos partos hay que ayudarse un poco del ejercicio, si no, te quedas marchita como una pasa caducada.
Yo me lo he propuesto seriamente desde que mi segundo hijo ha cumplido los seis meses, que casualmente coincide con los propósitos para el 2010 que todo el mundo se plantea, vamos desde enero. Lo que ocurre es que entre que mi fuerza de voluntad es casi inexistente en cuanto esfuerzo físico se refiere y que mi tiempo es limitado pues he faltado muchos días.
Total que esta semana me he armado de fuerzas y valor y al gimnasio que me he ido todos los días tempranito por la mañana. Me ha costado, pero después me siento tan bien conmigo misma que merece la pena, exceptuando las horribles agujetas que tengo hasta en el pelo, claro está.
En una de mis múltiples clases de Pilates de esta semana, el profesor propuso un ejercicio que consistía en levantarse haciendo uso de los abdominales, desde el suelo hasta sentarse, dejando las piernas pegadas al suelo y estiradas. “No forcéis, subir hasta donde podáis” dijo exactamente. Así que yo, me puse a ello y como era de esperar mis blandengues abdominales no me permitieron subir mucho, pero ahí estaba yo, esforzándome al máximo, cuando llega el profesor y me pregunta “¿de verdad que no llegas?”. Pensé, mira pelotudo, llevo dos años sin mover un músculo, apuesto a que si te esfuerzas puedes meter un dedo en mi tripa y sacarlo por la espalda, estoy haciendo lo que puedo, así que déjame en paz. Pero tan solo conteste como si encima tuviera que disculparme “no”.
Yo me lo he propuesto seriamente desde que mi segundo hijo ha cumplido los seis meses, que casualmente coincide con los propósitos para el 2010 que todo el mundo se plantea, vamos desde enero. Lo que ocurre es que entre que mi fuerza de voluntad es casi inexistente en cuanto esfuerzo físico se refiere y que mi tiempo es limitado pues he faltado muchos días.
Total que esta semana me he armado de fuerzas y valor y al gimnasio que me he ido todos los días tempranito por la mañana. Me ha costado, pero después me siento tan bien conmigo misma que merece la pena, exceptuando las horribles agujetas que tengo hasta en el pelo, claro está.
En una de mis múltiples clases de Pilates de esta semana, el profesor propuso un ejercicio que consistía en levantarse haciendo uso de los abdominales, desde el suelo hasta sentarse, dejando las piernas pegadas al suelo y estiradas. “No forcéis, subir hasta donde podáis” dijo exactamente. Así que yo, me puse a ello y como era de esperar mis blandengues abdominales no me permitieron subir mucho, pero ahí estaba yo, esforzándome al máximo, cuando llega el profesor y me pregunta “¿de verdad que no llegas?”. Pensé, mira pelotudo, llevo dos años sin mover un músculo, apuesto a que si te esfuerzas puedes meter un dedo en mi tripa y sacarlo por la espalda, estoy haciendo lo que puedo, así que déjame en paz. Pero tan solo conteste como si encima tuviera que disculparme “no”.
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