
“Los niños son como los pedos, solo te gustan los tuyos”. Es lo que dijo mi marido cuando me quedé embarazada de mi primera hija y le preguntaron que cómo creía que lo iba a llevar. Está claro que la máxima se ha cumplido, se desvive con sus hijos y a los demás ni los mira.
Yo, sin embargo, siempre he sido muy niñera, cuando había un crío cerca, ahí que estaba yo la primera haciéndole monerías. Incluso trabajé como voluntaria en un par de guarderías. Total, que cuando mi marido usaba su máxima yo le decía, “pero que dices si los niños son una monada, a mi me encantan todos”.
Pues bien, quien me ha visto y quien me ve. Hoy en día mis hijos ocupan toda mi energía y paciencia en cuanto a tolerancia a la infancia se refiere, así que ni me hables de otros monstruitos porque no me hacen gracia. Si quedo con amigos que tienen hijos, mi objetivo es pasar la tarde hablando con seres humanos que pueden articular más de dos palabras seguidas sin inventarse cuatro entre medias. Y si los padres de dichos niños insisten en que su hijo haga un despliegue de gracietas para que me derrita y les diga lo mono que es, lo llevan crudo, porque ya lo he visto todo, lo veo todos los días y no necesito morir de sobredosis gracias!
Si me voy a cenar o a comer con mis amigas a un restaurante para hablar de nuestras cosas y se nos sienta al lado la familia feliz con un enano y este insiste en amargarnos la comida con sus constantes llantos, ya no pienso “pobrecito, pero si es una monada”, ahora pienso “joerrr que se calle ya el niño de los cojones que necesito descanso mental!”
Con esto no pretendo ser cruel, está claro que igual que yo voy a comer fuera con mis hijos y los demás pensarán eso de nosotros, tengo que aguantar a los demás, pero no-me-da-la-gana! Cuando salgo a descansar necesito eso mismo, descansar, paz mental y desconexión de niños, para llegar a casa y cogerlo todo con muchas ganas y energía renovada.
Ahora digo yo: “Los niños son como los pedos, solo te gustan los tuyos”.
Yo, sin embargo, siempre he sido muy niñera, cuando había un crío cerca, ahí que estaba yo la primera haciéndole monerías. Incluso trabajé como voluntaria en un par de guarderías. Total, que cuando mi marido usaba su máxima yo le decía, “pero que dices si los niños son una monada, a mi me encantan todos”.
Pues bien, quien me ha visto y quien me ve. Hoy en día mis hijos ocupan toda mi energía y paciencia en cuanto a tolerancia a la infancia se refiere, así que ni me hables de otros monstruitos porque no me hacen gracia. Si quedo con amigos que tienen hijos, mi objetivo es pasar la tarde hablando con seres humanos que pueden articular más de dos palabras seguidas sin inventarse cuatro entre medias. Y si los padres de dichos niños insisten en que su hijo haga un despliegue de gracietas para que me derrita y les diga lo mono que es, lo llevan crudo, porque ya lo he visto todo, lo veo todos los días y no necesito morir de sobredosis gracias!
Si me voy a cenar o a comer con mis amigas a un restaurante para hablar de nuestras cosas y se nos sienta al lado la familia feliz con un enano y este insiste en amargarnos la comida con sus constantes llantos, ya no pienso “pobrecito, pero si es una monada”, ahora pienso “joerrr que se calle ya el niño de los cojones que necesito descanso mental!”
Con esto no pretendo ser cruel, está claro que igual que yo voy a comer fuera con mis hijos y los demás pensarán eso de nosotros, tengo que aguantar a los demás, pero no-me-da-la-gana! Cuando salgo a descansar necesito eso mismo, descansar, paz mental y desconexión de niños, para llegar a casa y cogerlo todo con muchas ganas y energía renovada.
Ahora digo yo: “Los niños son como los pedos, solo te gustan los tuyos”.