martes, 21 de septiembre de 2010

Un día como hoy hace un año…


(ATENCIÓN NOTA: Este post quería haberlo escrito y publicado el 16 de Julio, día en que nació mi segundo hijo, pero como estaba de vacaciones, vaga hasta decir basta, y con poco acceso a internet, pues he decidido hacerlo con retraso. Pero me hace ilusión dedicárselo al enano porque es un cachondo y se lo merece, así que ahí va)

Como decía, un día como hoy hace un año, cuando mi marido se encontraba en Londres por trabajo, mis suegros fuera de Madrid y diez días antes de lo esperado, mi segundo hijo decidió venir al mundo.
Empecé con contracciones por la tarde, que justo coincidió con una revisión ginecológica, pero me dijeron que me fuera a casa y si no paraban que llamara. El problema es que como a mi las contracciones de parto no me duelen, resulta que nunca sabemos cuando estoy para dar a luz.
Total que a casa de mi madre que me fui, ya que mi hija y yo estábamos durmiendo allí mientras mi marido estaba fuera de la ciudad, por si la cosa se adelantaba. Pasaron las horas y las dichosas contracciones no cesaban, así que a las 12:00 de la noche decidí llamar a mi matrona.

“Oyes que creo que ha decidido que viene hoy!”
“Pues nada nos vemos en un ratito en el hospital”

Total, que como no tenía a nadie más que a mi madre a quien dejarle a mi hija mayor, allí las dejé a las dos. Me cogí mi maleta y mi coche, y conduciendo solita me fui al hospital. Anda que manda huevos que justo el día que no había nadie me tuviera que poner de parto, pero así es la vida queridas mías! Mi madre me despidió en la puerta compungida.

“Ay hija mía, que te vas sola, Dios mío, no tengas miedo, por favor que salga todo bien!”
“Ay mama no te preocupes que ya verás como no pasa nada!”

Una vez en el hospital, me hice yo mi propio ingreso y en seguida me reuní con mi matrona, que se quedó flipada cuando me vio aparecer sola, conduciendo y cargando con mi maleta. Me exploró y me dijo que ya estaba dilatada de dos centímetros, así que esa noche tocaba fiesta. A todo esto, mi teléfono no paraba de sonar, mi marido llamaba cada dos segundos desde Londres histérico perdio. Había intentado salir de la maldita isla por todos los medios, pero sus esfuerzos resultaron inútiles, y allí estaba, en una cafetería con su hermano, siguiendo el parto de su hijo por el móvil.
Todo empezó muy bien, dilatada ya de 8 centímetros, mi matrona me intentaba convencer de que diera a luz sin epidural, y la vedad, me lo estaba planteando, porque no me dolía nada. Pero la cosa tuvo que complicarse, porque el jodió decidió que no quería bajar, así que como ya empezaba a doler, me tuvieron que anestesiar. Hubo un momento de pánico, en que se valoró seriamente la cesárea, durante el cual, mi médico vino a decirme que había dejado encargado del parto a otro doctor, pues tenía que asistir de testigo a un juicio en Sevilla, “menudo día para parir muchacha!” me dijo, y ahí, con la incertidumbre y cagaita perdia, me dejó tumbada.
Pero he de decir, que como mi matrona es un crack, el niño acabó bajando, no voy a contar aquí lo que me hizo, pero la tía consiguió que el vago de mi hijo se pusiera en movimiento. Así que al paritorio que me fui. Y cual fue mi sorpresa cuando allí encontré a casi todos los médicos del hospital (ginecólogos, se entiende), que estaban deseando ver a la heroína de la noche, esa que se había plantado en el hospital conduciendo sola. Con lo cual, aunque no fue nada complicado, tuve más asistencia de la que jamás imaginé.
Pero tengo que decir, que la que más se lo curró fue mi matrona, que se pasó 12 horas a mi lado animándome y tranquilizándome. Total, que lo que tendría que haber sido un parto de 3 horas, se convirtió en uno de 12. Un poco pestiño, pero todo se olvida cuando ves la carita de tu pequeño retoño. Y que feo era el jodío!
Pero hoy, después de un año, el capullito ha florecido, y ahora es un enano guapísimo, cariñoso y perfecto! Ya anda y me encanta que me persiga como un borrachín por toda la casa gritando “maaaammmmaaa, mamaaamaa”. Y aquí le tengo, a mi lado, mirando como escribo este post sonriendo de oreja a oreja, intentando atraer mi atención para que juegue con él, así que me voy.

Felicidades enano y que cumplas muchísimos más!!!!

viernes, 17 de septiembre de 2010

Zapata toma nota:


Pues hace poco andaba yo leyendo “El País Semanal” cuando me cruzo con la siguiente noticia: “EL MEJOR LUGAR PARA SER MADRE” . Y como era de esperar, enseguida me vi inmersa en un mundo que me dio bastante envidia.
Bueno pues según el onceavo informe sobre El estado de las mujeres en el mundo de la Fundación Save the Children, Noruega se presenta como el mejor país para ser madre. La baja por maternidad consta de 46 semanas con el 100% de sueldo o de 56 semanas con el 80%. Además, el hombre podrá disfrutar de otras 10 con el salario íntegro (en España la mujer 16 semanas y el hombre 15 días). La plaza en la guardería está garantizada por ley desde el 2009. Cerca del 90% de los niños de uno a cinco años asiste a una con un precio máximo de 280 Euros. Cada familia recibe 120 Euros mensuales por hijo hasta que estos cumplen los 18 años. En general los empleados aceptan que los padres deben salir a su hora, suprimen las dos horas de comida por un rápido tentempié y la mayoría logra salir a las 16:00 o 17:00 horas. La semana estándar es de 37,5 horas. Tienen cinco semanas de vacaciones al año y 20 días de baja sin justificar por enfermedad de los hijos. Aun así la renta per cápita es la quinta más alta del mundo y una de las mejor distribuidas.
“En Noruega, donde sus 4,8 millones de habitantes rozan el pleno empleo y confían en general en la competencia de sus dirigentes(…) los ciudadanos dictan y el Estado dispone. Por eso, quizá, los impuestos se pagan a gusto. La presión fiscal es una de las más altas (ronda el 47%).
Nos ha jodio Paco, así también pago yo los impuestos a gusto. Cuando ves que recibes servicios a cambio, una se queda más contenta que unas pascuas. Igualito que en España, donde Zapata se empeña en subir los impuestos y yo pagando 600 Euracos de guardería porque no han aceptado a mi hija en la pública. Hay que joderse.
Vamos que no os cuento la cara de jilipollas que se me ha quedado al leer este artículo…

martes, 14 de septiembre de 2010

SIN PALABRAS

He aquí mis piernas, felices como perdices en un playa de Formentera. Ains quien pudiera todo el rato...

sábado, 11 de septiembre de 2010

Vamos a la playa oooooo


Ir con los niños a la playa puede resultar un tanto tedioso, ya que supone ir cargado hasta las orejas de artilugios grandes y aparatosos que hacen de los padres autenticas mulas de carga. Atrás quedaron los días en los que una se echaba la toalla al hombro, ponía rumbo a la playa y se dejaba morir calcinada al sol. Ahora los horarios son rígidos, la sombrilla indispensable, y un cubo y una pala que no falte jamás (en mi caso dos cubos y dos palas que si no tenemos drama).
Este año, por fin, hemos podido disfrutar de la playa por primera vez, la familia al completo, incluyendo, claro está, a mi madre. La verdad es que para los niños ha sido un planazo, han disfrutado como locos y para nosotros ha sido un respiro, pues no ha habido necesidad de entretenerles continuamente o de mediar entre pelea y pelea. Pero no todo el campo es orégano, y la adaptación al nuevo medio nos ha costao lo nuestro.
Los aterrizajes siempre suelen ser un poco duros, pero es que el nuestro ha sido forzoso. El primer día, según pisamos la arena, mi hija alias “mini Jack” no se le ocurre otra cosa que abalanzarse sobre mi cuello y agazaparse sobre él cual garrapata recién salida del gimnasio. Oyes que no había quien se la quitara de encima.

Enana:“Que nooooo, mamaaaa, que no me suelteeees, que no me guta la arena!“
Mamalis: “ A ver hija, mira pisala ya veras, si no pasa nada, si es lo mejor!”
Enana: “Ay, ay, ay, que noooo, que quema, que quema!”

Total que además de las 25 cosas que llevaba encima, también tengo que cargar a la histérica de mi hija, que no paraba de gritar como una descosida. El hermano desde los brazos de mi pobre madre, la miraba con pavor, como diciendo “ Y a esta desequilibrada que le pasa ahora?” (O al menos eso pienso yo que pensaría).
Una vez elegido el sito, nos disponemos a desmontar el campamento. Mi madre deposita al enano en una toalla y me quita algunas cosas de encima. Me paso una hora convenciendo a la loca de mi hija, ante la atenta mirada de numerosos bañistas, de que no pasa nada, que hay muchos niños jugando en la arena, que es súper divertido, etc, etc… Y al final consigo depositarla sobre la arena mojada, que al parecer mola más porque una se ensucia menos.
¿Cual es mi sorpresa cuando me doy la vuelta y diviso a la croqueta de mi hijo rebozado de arena? Perece ser que al gordo sí le había gustado el nuevo medio y se disponía a disfrutarlo al máximo. Vamos que tenía arena hasta en la boca.

Comentario de la enana al respecto: “Eres un locoooo!”

Mi madre, se proclamó encargada de poner la sombrilla, graso error. Varias veces tuvo que salir mi marido corriendo detrás de la maldita sombrilla. Aunque la verdad, no me extraña porque la jodia llegaba, pinchaba levemente el palo en la arena, y se quedaba tan ancha, “ala, aquí nos quedamos.” Un día rescatando la sombrilla de las inclemencias del viento, no se le ocurre otra cosa que sujetarla a favor del viento. Esta se venció y mi madre, siguiendo con la tradición familiar de histéricas empedernidas, se puso a gritar “se vaaaaa, se vaaaaaaa, se vaaaaa!” ante la perpleja mirada de mi marido y mis hijos que se encontraban jugando en la orilla, por no hablar de los veraneantes que nos rodeaban, que casi formaron corrillo alrededor de mi madre y su drama.
Total que de esta guisa han transcurrido los días estivales, poco a poco nos hemos ido adaptando, hasta que al final nos hemos convertido en verdaderos expertos en el tema. Mi hija siempre precavida y procurando mantenerse limpia en la medida de lo posible, y mi hijo rodando cual croqueta. Una pena tenernos que volver, con lo adaptados que estábamos. ¿El año que viene habrá que empezar de cero? Ay madre que solo de pensarlo me dan los sudores.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Viviendo con mini Jack


Vivir con mi hija es como vivir con Jack Nicolson en “Mejor Imposible”. Con dos años y medio ya tiene más manías que mi madre que tiene sesenta, así que pobre del que la tenga que aguantar cuando llegue a los cincuenta, que por supuesto espero no ser yo!
Obsesionada con la limpieza, pasa la hora del baño dale que te pego con la esponja, limpiando las paredes de la bañera, alegando una suciedad que yo no puedo ver.

“¿Que haces hija?”
“Mama, mama, es que lo estoy limpiando poque esta susioooooo”

¡Horror! Llegamos toda la familia a la playa, y cada uno deja tirados los zapatos donde caen. Pues muy mal hecho. Así que ya se encarga ella de recoger cada zapato, colocarlo junto a su pareja y así sucesivamente, formando una fila perfecta de zapatos correctamente alineados.
Si encuentra un tropezón en el puré o en cualquier sustancia que ha de ser líquida, ya puede arder Troya que no entra ni una cucharada más por su dulce boquita.
Resulta que a la salida de nuestra urbanización existen tres opciones: unas escalerillas y dos cuestas. Pues de un tiempo a esta parte mi hija las usa todas. Primero baja y sube una cuesta, luego las escaleras y finalmente la segunda cuesta. Y esto cada vez que salimos y entramos . Sin comentarios…
Los armarios han de estar siempre cerrados, incluso cuando estas sacando la ropa para vestirte. Es una imagen habitual en mi hogar, estar eligiendo lo que una se va a poner mientras la puerta del armario te golpea insistentemente la cabeza.

“Que si hija que ya voy, déjame un momento que estoy eligiendo la ropa”
“Mama, mama, venga que hay que serrar la pueta”

Un grano de arroz en su silla:

“¿Mama me cambias el sitiooooooo?”
“¿Porque? si estas ahí fenomenal!”
“Poque, poque, poque esta silla esta susiiiaaaaaaa”

Llegamos a una cafetería a desayunar, o a tomar el aperitivo, o a comer:

“¿Mama, mama, me das una toallitaaaaaa? (es que ahora hace las preguntas con excesivo tono interrogativo)
“¿Para que hija?”
“Es que quiero limpiar que esta todo un poquito susioooooo.”


Y ahí que se va ella tan contenta a dejar el local como los chorros del oro.
Bajamos al jardín de casa y se toma la molestia de bordear la alfombrilla de la puerta de salida para no pisarla. ¿Why? Solo lo sabe ella.
Creedme, trato de no fomentar estas manías, pero es que son tantas!

lunes, 6 de septiembre de 2010

Un paraíso a tiro lapo invadido por fashion victims


Jamás supe, ni pensé, que un lugar tan parecido a mi idea de paraíso pudiera estar tan cerca de mi casa, en mi propio país. Pero lo está y hay que reconquistarlo!!
Tras nuestras vacaciones familiares (que ya iré contando poco a poco) mi marido y yo decidimos tirar la casa por la ventana y planear unas mini vacaciones de 4 días solos. Muy necesarias, considerando que llevábamos ya un mes y medio levantándonos a las 7:30 de la mañana todos los días (si, si, porque los niños no entienden de vacaciones, ni de suicidios paternos).
Formentera ha sido la isla afortunada de poder contar con nuestra estupenda presencia, o más bien ha sido al revés porque nos hemos quedado con cara de “WAAAAAUUUU” cuando hemos tenido el placer de conocerla. Y yo me pregunto, ¿para que pagar esos billetes desorbitados para ir a Brasil o a la República Dominicana, cuando el paraíso esta tan cerca? (entiéndase plan playero no de turismo)
Y ¿cómo nos hemos quedado cuando aun siendo conscientes de estar en España todos nuestros sentidos nos trasladaban a Italia? Porque Formentera, para nuestra sorpresa ha sido conquistada por los Italianos, pero no unos italianos cualquiera, sino los más fashion del planeta. Aquello parecía una constante pasarela en el mismo centro de Milán.
Ellos contaban con una tableta de chocolate por tripa. Ellas esbeltas y delgadas lucían cuerpos perfectos al sol. Ellos, depilados hasta el infinito y seguro que mucho más allá, se pavoneaban por las playas y calles de Formentera como lo hacían Jacob y sus amigos licántropos en la peli Luna Nueva, dejando claro que las largas horas de gimnasio han dado su fruto. Por supuesto, las gafas de sol de marca estaban a la orden del día, siempre acompañadas de un atuendo a la última que nos dejaba a mi marido y a mi a la altura del betún, (es que nosotros somos más de: sencillos pero elegantes!)
Pero sin duda, lo que más me llamó la atención, es el uso descontrolado y reiterado del fular a 35 grados. Tanto ellos como ellas usaban indiscriminadamente esta prenda ya fuera para ir a la playa y asfixiarse cual langostas, como para salir a cenar en un ambiente húmedo y caluroso que a mi parecer nada invitaba a abrigarse de esa manera. Pero está claro que para una víctima de la moda lo importante es ir como un pincel y si hay que sufrir se sufre joer!
Y yo me pregunto, ¿donde quedaron esos pecho lobo ibéricos que tanto nos abrigan a la luz de la luna? ¿Y esas lorcitas, que tanto nos caracterizan a las féminas, prueba de que somos humanas y nos gusta zampar? Y esas tripitas de nuestros muchachos, víctimas de la tan ansiada cañita veraniega?
Esta bien cuidarse, pero por favor, ¡no perdamos la naturalidad!